Así es el enorme ataúd nuclear donde la radiación es más alta que en Chernobyl

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En medio del Océano Pacífico, entre Hawái y las Filipinas, se encuentran las pequeñas Islas Marshall. Esta joven nación, compuesta por diversos atolones como Enetewak, Bikini y Wotho, se independizó de los Estados Unidos apenas en 1990 y es uno de los lugares en la Tierra con más radiación.

Cuando aún hacía parte de las colonias norteamericanas, el Ejército estadounidense hizo decenas de pruebas nucleares en las islas y atolones de este país. La detonación de ‘Castle Bravo’, una bomba de hidrógeno mil veces más poderosa que la que cayó en Hiroshima, convirtió a Runit (parte de Enetewak) en un cementerio nuclear, en el que yace la cúpula de Runit.

Se creó un domo de concreto para intentar hacer frente a los restos radiactivos de las 67 detonaciones controladas de bombas nucleares y termonucleares que volvieron a Runit inhabitable. Sin embargo, estudios de la Universidad de Columbia han demostrado que los niveles de radiación en algunos puntos de las Islas Marshall siguen siendo más altos que en Chernobyl y Fukushima.

La colonización no acabó para todo el mundo en 1810, cuando los países de la Gran Colombia se independizaron de la Corona española. Algunas de las naciones más jóvenes del planeta son Sudán del Sur, fundada apenas en 2011, o las naciones exsoviéticas como Ucrania y Bielorrusia, que recién se fundaron en 1991 con la caída de la Unión Soviética.

El propósito de los Estados Unidos en estas islas que controlaba era probar los lanzamientos de las armas que desarrollaron, lo más lejos posible de otros seres humanos y demostrar que seguían avanzando en su capacidad militar con respecto a la Unión Soviética.

En el 2019 la presidenta de las Islas Marshall, Hilda Heine, alertó a las Naciones Unidas que el domo de Runit no estaba siendo efectivo y se estaban dando filtraciones radiactivas en los mares que rodean la isla.

La radiodifusora inglesa ‘BBC’ reportó en ese momento que António Guterres, el secretario General de las Naciones Unidas, declaró que “las consecuencias (de las pruebas nucleares) han sido bastante dramáticas, en relación con la salud, en relación con el envenenamiento de las aguas en algunas áreas”.

Guterres también reconoció, según la información recogida por la agencia ‘AFP’, que aún es necesario establecer algún método de reparación para los antiguos habitantes del atolón.

Este tipo de formación geográfica está compuesta por arrecifes de coral en forma de anillo que rodean islas volcánicas.

Las pruebas nucleares y sus secuelas

Tras las 67 pruebas realizadas por las Fuerzas Armadas estadounidenses, hacia finales de la década de los 70, alrededor de 4 mil soldados pasaron tres años recogiendo las ruinas y desechos nucleares.

Detonaron una bomba de hidrógeno de 18 kilotones en la llamada prueba ‘Cactus’, que luego debieron cubrir con el domo de concreto. Este comprende 73 mil metros cúbicos y debería proteger de las filtraciones radiactivas del plutonio-239, una de las sustancias más tóxicas que existen.

Cuando hicieron las pruebas nucleares, cuatro de las 40 islas fueron completamente borradas del mapa, según los reportes de ‘BBC’.

En Enetewak -un atolón dónde se hicieron las pruebas armamentísticas-, se encuentra el domo de Runit, tan sólo cuatro de las islas son habitables, de acuerdo con los informes de la radiodifusora de Australia ‘ABC’.

Además, en el cubrimiento realizado por el medio australiano se demostró que los habitantes de Bikini y Enetewak han sido forzados a alimentarse de comida enlatada únicamente por los altos niveles de radiación en las aguas alrededor de las Islas Marshall, que vuelven incomestibles los peces, frutas y vegetales que podían ser cultivadas en ellas.

Cuando Hilda Heine, presidenta de esta pequeña nación en el Pacífico hasta el 2020, reportó filtraciones en el domo de Runit, también se reconoció que la construcción del ataúd de concreto fue pensada como una solución temporal.

Según la ‘BBC’, el gobierno de los Estados Unidos desechó la idea de sellar el fondo del domo porque habría sido demasiado costoso.

Aunque no ha habido nuevas alertas sobre los niveles de radiación en las Islas Marshall, aún no hay una solución permanente para evitar nuevas filtraciones.