El próximo lunes 8 de enero, México estará viviendo un hito astronómico como pocos países han vivido. Nuestra nación será la primera en Iberoamérica en llegar a la Luna con instrumental tecnológico totalmente gestado en territorio propio.
Se trata del proyecto COLMENA, que es parte de un objetivo aún más grande que pretende consolidar el conocimiento sobre los beneficios de mandar microrobots al satélite natural y más tarde a los asteroides. Esto se complementará con otras tres misiones llamadas MoonWorm, MoonScouter y AstroMiner, mismas que se esperan concretar en 2030.
“Lo que va a suceder el próximo lunes es el comienzo del viaje, porque para que COLMENA llegue a la Luna necesitamos de una nave”, precisa Gustavo Medina Tanco, jefe del Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX), del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM. “En este caso será la nave Peregrin, de la empresa Astrobotic, que saldrá (el 8 de enero) desde Cabo Cañaveral. Pero esa nave no tiene la capacidad de salir por sí misma de la superficie terrestre, necesita un cohete, y éste será aportado por la empresa United Launch Alliance, y con éste, los cinco microrobots de COLMENA saldrán de la Tierra”.
En entrevista para El Economista, el doctor Medina Tanco relata que el lanzamiento de la próxima semana es resultado de una búsqueda y desarrollo que comenzó en 2016. Hay nichos de la microrobótica en aplicaciones espaciales, comenta, que todavía son poco explorados hoy en día, por lo que nuestro país está buscando incurrir, innovar y consolidarse en una de esas ramas. Y COLMENA será solamente el punto de partida.
Un sistema en un puño
COLMENA es un dispositivo tecnológico desarrollado en nuestro país, por la UNAM, con el apoyo de la Agencia Espacial Mexicana y del Consejo de Ciencia y Tecnología del estado de Hidalgo, así como varias empresas de tecnología.
Este dispositivo tiene una masa de 605 gramos y aloja dentro de sí a cinco robots con un peso de 57 gramos cada uno y un módulo de telemetría y despliegue (TTDM). La función específica de COLMENA es cobijar los robots durante el lanzamiento y tránsito a nuestro satélite natural, para evitar daños por las vibraciones del despegue, pero también está diseñado para fungir como dispositivo de lanzamiento y enlace.
Los robots cuentan con computadoras, sensores de corriente, de voltaje, proximidad, temperatura, direccionalidad y potencial electromagnético, además de sistemas de telecomunicaciones y motores independientes para movilidad. Resisten temperaturas que oscilarán entre los 120 grados centígrados bajo cero y los 120 grados por encima.
El objetivo es dar los primeros pasos de exploración, mediciones y recolección de datos sobre la composición lunar, así como la radiación, la temperatura y diversos factores ambientales.
Para COLMENA, declara el doctor Medina Tanco, el reto es caracterizar e identificar los problemas que se tienen cuando uno hace microrobots para actuar en la Luna, y no sólo eso, también medir las dificultades de ponerlos en un cohete, lanzarlos al espacio, llegar a la Luna y operarlos. Además, dado que se trata de robots muy pequeños, estarán expuestos al regolito o polvo lunar, “y éste (el regolito) genera un microambiente que nadie ha investigado y que para nosotros es fundamental”.
Una apuesta por la minería espacial
Pero, todo esto, ¿para qué? En la actualidad una amplia fracción de la tecnología se basa en tierras raras y metales preciosos que empezarán a escasear en la Tierra en las próximas décadas, señala el especialista, por lo que será comercialmente viable iniciar la explotación en asteroides. Ahí es donde entra la aplicación que México busca desarrollar.
“Estamos viviendo una época muy especial en el sector espacial internacional. Básicamente esto ha hecho que el tema vaya más allá de las agencias internacionales y las grandes empresas. Ahora las pequeñas y medianas empresas, startups y la academia, tienen cabida en los desarrollos. La idea es que en un futuro podamos lanzar centenas o millares de robots autónomos que vayan comiendo el polvo, separando el mineral de interés y cuando estén llenos vuelvan a un lugar y los depositen. Éste es el concepto de minería de cuerpos celestes”.
Con el novedoso nicho de la microrobótica en aplicaciones espaciales, se pueden desarrollar pequeños robots que trabajen en equipo. Además, indica el científico, su fabricación tendría que ser barata, sin olvidar que serían fácilmente reemplazables y especialmente adaptados para operar a muy baja gravedad, entre otras ventajas. “En una o dos décadas, el interior del Sistema Solar se volverá parte de la vida cotidiana en aplicaciones científicas y comerciales”, asegura.
“¡Estamos listos!”, declara el doctor Medina Tanco, sin embargo, confiesa tener una mezcla de sentimientos encontrados, y por ello reflexiona: “yo nací en la época de las misiones Apolo, desde chiquito la Luna siempre fue un sueño y un gran objetivo, para mí y mi generación. Yo nací en un pueblo chiquito de Argentina y ahora, de repente, estar a punto de mandar una misión a la Luna es algo que me toca fuertemente y en un nivel profundo. Hacer de las ilusiones una realidad es una cosa hermosa, además de la mezcla de nervios y estrés, porque tengo el estómago en la mano (ríe)”.
Las siete fases de la misión COLMENA
- Fase 1. Lanzamiento. COLMENA se enfrentará al máximo estrés mecánico.
- Fase 2. Trayectoria.La misión deberá soportar la radiación de la magnetósfera.
- Fase 3. Alunizaje. Deberán pasar hasta dos días terrestres para el despliegue.
- Fase 4. Despliegue.Los robots se echarán a andar por una orden desde la Tierra.
- Fase 5. Misión tecnológica. Los robots se activarán, calibrarán y comenzarán a buscarse mutuamente.
- Fase 6. Misión científica. Medición del “plasma polvoroso”. Al término, los robots se apagarán por 14 días terrestres.
- Fase 7. Segundo amanecer lunar. Existe la posibilidad de que los robots se reactiven.
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